En Ecuasol, el reciclaje y la protección del medio ambiente son especialmente importantes para nosotros. Unas semanas después de emprender una gran limpieza del barrio con motivo del Día Mundial del Reciclaje, nuestras dos alumnas de la Escuela de Agronomía de Purpan movilizaron sus fuerzas para construir un compost en la fundación.

¿Por qué construir un compost en Ecuasol?

Desde hace varios años, la fundación cuenta con un invernadero y un huerto que contribuyen a las dos comidas diarias de los niños que acogemos. Nuestro objetivo ahora es limitar los costes asociados a la gestión de estas zonas, al tiempo que cosechamos los mejores productos para los niños y reducimos nuestro impacto ecológico.

La construcción de un compost era el siguiente paso lógico en este proceso de autonomía alimentaria.

Además de los aspectos prácticos y ecológicos, este proyecto también tiene un gran valor educativo. Sensibiliza a los niños, sus familias, profesores y voluntarios sobre el funcionamiento y la gestión de un compost, así como sobre la importancia de reducir y reciclar los residuos.

¿Cómo construimos nuestro compost?

La edificación requirió muchas horas de trabajo y varios voluntarios y niños de la fundación participaron activamente en este proyecto. 

Decidimos fabricar un compost que fuera lo suficientemente grande como para almacenar nuestros residuos durante varios meses. Para ello, en unos diez días, construimos los cimientos de hormigón y luego el muro de ladrillo para que pudiera soportar las inclemencias del tiempo. Los espacios entre los ladrillos favorecen la descomposición de la materia orgánica para obtener un mejor compost más rápidamente.

A continuación, añadimos una cubierta de chapa para proteger todo el compost y una malla metálica que cubre todo el interior de la estructura para evitar la entrada de plagas.

¿Y ahora?

Aprovechamos que los niños comen todos los días en la fundación para utilizar las peladuras, las cáscaras de huevo, el pan y los posos de café que se generan en la preparación de las comidas. Y eso no es todo. También movilizamos a los voluntarios y a las familias de la fundación para que depositaran sus residuos orgánicos.

Una vez degradado en el compost, se utilizará en el huerto y el invernadero como abono para enriquecer la tierra. De este modo, aumentamos la cantidad y la calidad de las plantas que cultivamos. Así solo utilizamos materiales naturales y reducimos nuestros costos: ¡sí, no necesitamos fertilizantes químicos y perjudiciales!